Ciclismo de salón, de conciliábulo de autobús. Y de sabotajes infantiles que pueden llegar a ser criminales, con clavos en las ruedas —”para matarnos”, confiesa Juan Ayuso—, y bidones de aceite preparados para arrojarlos a la carretera, aunque se los podrían haber ahorrado los alborotadores porque el asfalto recién mojado patina como una pista de hielo. Llueve en Barcelona como no lo había hecho en meses y los tubulares resbalan sin control en un suelo altamente peligroso.
Una etapa de lluvia, caídas y pinchazos provocados
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