Sorprendente victoria de Soupe en el ‘sprint’ de la Vuelta a España en Oliva

Indolente y relajado como el verano que acaba, el pelotón baja suave de la montaña de Teruel a la costa y entre cañaverales y lagunas desciende por la ribera interminable del golfo de Valencia como empujado, y a la misma velocidad, sin bulla, por la corriente marina que de norte a sur lleva a las playas, y la criba con sus olas, la arena del delta del Ebro, tan fina. Cargado de arena del Sáhara, el viento del suroeste que allí llaman llebeig, choca de cara con los ciclistas, que no se ofenden. No pelean. Ocupan tranquilos todo el ancho de la carretera nacional, arcenes incluidos. Bajan la velocidad, que reservan para el frenesí de los últimos kilómetros, callejeo hacia la playa, curvas insidiosas, caídas inevitables y sprint.

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