María Jiménez sabría seguramente a qué se refería cuando expresó como último deseo que su féretro fuera conducido hasta su barrio natal, Triana, en la ciudad de Sevilla, camino de su funeral en la iglesia de Santa Ana, la conocida como Catedral Chica, levantada en el siglo XIV sobre el arrabal que más flamencura haya aportado al panorama artístico de este país.
Sevilla cumple la última voluntad de María Jiménez en su cortejo fúnebre
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