El estadio, tan cerca del Danubio y sus efluvios húmedos, es un clamor. Una montaña rusa de gritos estridentes que puntúan la noche calurosa. Chillidos agudos, casi ayes, tres veces, cuando Mondo Duplantis, una vez sellado su segundo Mundial con un salto de 6,10 metros, a la primera, como toda su noche con rivales, sin derribos, se enfrenta tres veces a una altura de 6,23m, un centímetro por encima de su récord del mundo, las tres nulas, aunque dos de ellas rozando casi imperceptiblemente el listón.
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