Los Javis y su ‘troupe’, talento imparable

Una mano y una escalera. El terror. La mano aparece despacio, en lo alto y a la izquierda de la pantalla, que hasta ahora solo nos mostraba la escalera desde varios metros de distancia. No es ni un segundo lo que tarda en asir el pasamanos. Una eternidad. Al poco, la mujer, Carmen Machi, desciende con solemnidad los peldaños hacia la entrada de la casa, donde la esperan en tensión varias personas, donde la esperamos nosotros. Son tres gestos simples, la mano, el pasamanos, Carmen Machi, pero deben generar emociones complejas en el espectador. Terror, sobre todo, porque sabemos qué tipo de personaje es, qué milagros y qué monstruosidades obra con esa mano. Pero también expectación y cierta empatía al ver a alguien deslumbrante, impredecible, icónico.

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