Las lluvias de junio y las labores de prevención evitan otro verano en llamas

Los datos de Protección Civil hablan por sí solos: 65.000 hectáreas quemadas en incendios en toda España en lo que va de año, muy lejos de las 250.000 del mismo período de 2022; 17 grandes fuegos (los que afectan a más de 500 hectáreas) este año, frente a los 52 de 2022. Pero los expertos llaman a la prudencia y advierten del peligro de “un espejismo”. Los fuegos de marzo que hicieron arder bosques de Teruel, Castellón, Lugo y Asturias hacían presagiar lo peor para este verano. Pero no. O mejor dicho: “Pero, de momento, no”, advierte Francisco José Ruiz Boada, director general de Protección Civil, la institución que coordina el Sistema Nacional de Emergencias y que depende del Ministerio del Interior. Ruiz Boada subraya que la humedad de las lluvias caídas en junio ha ralentizado la acción del fuego, a excepción del terrible incendio que asoló casi 15.000 hectáreas en Tenerife. Pero “la temporada de incendios no acaba hasta octubre”, advierte. Los expertos coinciden en que esa humedad ha sido un factor principal para paliar el riesgo y la propagación de las llamas, pese a la acuciante sequía de este año y las altas temperaturas registradas en los meses estivales (muchas de récord), unidas a la gran cantidad de biomasa que se sigue acumulando en los montes y que es siempre potencial combustible.

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