La industria había recuperado el equilibrio tras el golpe de la covid. Poco a poco se sobrepuso al parón del comercio mundial, de la posterior falta de suministros y del encarecimiento de las materias primas y la energía, agravado después por la guerra en Ucrania. Pero la carrera de obstáculos no ha concluido y ahora muestra nuevos síntomas de avance trastabillado. Acusa la recesión alemana que ha enfriado la economía europea, principal destino de sus exportaciones, y además aguanta los mismos males que afectan a la industria global: los servicios le están ganando la partida como preferencia de gasto y sus elevados inventarios desincentivan incluso la producción. En el segundo trimestre marcó un crecimiento cero, su peor resultado 27 meses, y fue la actividad con menor vigor de un PIB que creció un 1,8%.
La industria española pierde impulso y se estanca lastrada por la economía internacional
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