La agónica situación de las pasas de la Axarquía, un producto de calidad cuya vendimia cae más del 60%

Con extrema delicadeza, Aroa Palma, de 44 años, gira uno a uno cientos de racimos de uva moscatel de Alejandría. Llevan diez días al sol del verano malagueño en un proceso denominado asoleado y cuyo fin es que cada uva pierda su jugo y se seque. Lo hace en los tradicionales paseros, terrenos rectangulares donde se dejan secar los racimos al sol para transformar la uva en pasa, de la que han vivido durante siglos miles de familias de la comarca de la Axarquía, al este de Málaga. Ahora esta actividad tradicional se encuentra en peligro de desaparición. Los bajos precios que se pagan a los agricultores que luchan con la compleja orografía del terreno —que obliga a que todo sea manual o con ayuda de bestias— tienen parte de responsabilidad. “Los gastos no compensan y la gente se harta. Al final muchos lo van dejando”, subraya Palma. El clima da la puntilla: si la sequía y el calor ya redujeron la producción a la mitad en 2022 —se pasó de casi 180.000 kilos a 90.000— en 2023 han hecho que caiga aún más: se prevé que apenas se consigan 60.000.

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