Hace seis años no tenían nada. No tenían en quién mirarse, ni campos decentes en los que entrenarse. Cuando jugaban con la camiseta de España, ni siquiera lucían su nombre a la espalda. Solo un número. Hace cuatro años, cuando se celebró el último Mundial femenino de fútbol y La Roja cayó en octavos de final ante EE UU, no había convenio colectivo alguno, ni estaba sobre la mesa la necesidad de reconocer los derechos laborales de las futbolistas.
España, un lustro de avances y un último año muy turbulento
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