Cuando Antonio Rico, constructor, fabricó un invento para evitar que las raíces de los árboles levantaran el suelo de las urbanizaciones que edificaba, jamás imaginó que años más tarde serviría para combatir la sequía. La historia comienza hace 40 años en Torrox, un pequeño municipio malagueño a caballo entre la comarca de la Axarquía y la Costa del Sol. Rico, que por entonces tenía 42 años, instaló un sencillo tubo que conducía el agua del riego hasta la raíz de los árboles, contribuyendo así a que buscaran la humedad bajo tierra de manera dirigida y evitando que levantaran el asfalto.
Redacción:
Micaela Llorens
Fotografía:
Cedidas por DeepDrop
Coordinación editorial:
Francis Pachá
Coordinación de diseño:
Adolfo Domenech
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