El francotirador Adrián Ben, cuarto del mundo en los 800m de Budapest

Son los 800m. Dos vueltas a la pista en la noche más húmeda y cálida de la semana. Ocho atletas en la final. Ocho sabios. Cada uno tiene una bala, un solo disparo. Son los 800m. No hay espacio ni tiempo para el falso movimiento. Adrián Ben es uno de ellos. Es un francotirador. Un atleta con estilo. La elegancia del movimiento. Sobrio. Un atleta sustantivo. Los adjetivos, las florituras, le sobran, tan feas. Conoce, como los mejores tiradores, la virtud de la paciencia, la capacidad de esperar una milésima de segundo más que los demás para tomar la decisión correcta. En el 800m, el atleta no controla el tiempo, solo lo utiliza. La carrera sale lenta. Wanyonyi, el keniano que toma el mando, no tiene interés en la velocidad. Pasan los 200m en 25 segundos, los 400m en casi 53s. Demasiado lenta para Ben, gallego de Viveiro (Lugo), de 25 años, un campeón de Europa en pista cubierta, que disputa su tercera final con los mejores del mundo de la distancia más igualada, más abierta. Once campeones diferentes en los últimos 12 mundiales. Ningún español como él en la historia. Ni siquiera Mariano García, el murciano de Cuevas de Reyllo, campeón de Europa al aire libre de la distancia, campeón del mundo en pista cubierta, que, lesionado, no llegó a Budapest.

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