Un error de Gudelj en el último penalti de la tanda y el acierto de todos los jugadores del City le dieron la Supercopa de Europa al campeón de la Champions, que sufrió una barbaridad para superar a un Sevilla que siempre compite en Europa. El City, un equipazo, mostró su calidad en varias fases de la final, pero también se vio superado en otras por un gran Sevilla, que tuvo la final en las botas de En-Nesyri. En los primeros minutos de la segunda mitad, el marroquí, que marcó un golazo, tuvo dos claras ocasiones para ampliar la ventaja y otra para romper la igualada a uno. Ederson estuvo sublime. Esta vez, Bono, con un pie en el fútbol árabe, no pudo ser el héroe, como en la final de la Liga Europa en Budapest. A punto estuvo de detener el lanzamiento de Walker. Sus lágrimas al final del partido mostraron su desconsuelo, pero también el orgullo de un equipo que nunca se rinde y que tuvo contra las cuerdas a todo un City. Esta vez no ganó. La Supercopa fue cruel para un Sevilla que tuvo el título muy cerca. Le faltó rematar a un grande como el City, que celebró a lo grande el título. La familia sevillista puede estar orgullosa de su equipo.
Cruel Supercopa para el Sevilla
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