Desde el Palazzo del Cinema se ve el mar. Varios barcos se deslizan pacientes por la costa frente al Lido de Venecia. El horizonte nublado y el cielo gris completan una postal tan crepuscular como plácida. Nada que ver, pues, con las aguas convulsas que el festival de cine ha sorteado para su inauguración. Porque Comandante, de Edoardo de Angelis, narra la historia real de un submarino y su líder, Salvatore Todaro, entre cañones, ayuda humanitaria y heroísmo en plena Segunda Guerra Mundial. Porque el filme envía un recado al Gobierno italiano, presidido por la extrema derecha de Giorgia Meloni: quien no salva a los náufragos “será maldito”. Y porque el propio largometraje ha acudido para rescatar al certamen: la película anunciada para la apertura, Challengers, de Luca Guadagnino, renunció a zarpar hacia la Mostra debido a la huelga de actores y guionistas en Hollywood. Entre tan inquietantes oleajes, Comandante emergió como una certeza. Aunque, tras la proyección de este miércoles, quedaron a flote sobre todo dudas.
‘Comandante’ inaugura el festival de Venecia con un decepcionante alegato humanitario
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