Claves para no caer en el dañino hábito de compararnos

Supongamos que participamos en el siguiente juego. Alguien nos da 30 euros y tenemos que compartirlo con un desconocido. Si este acepta el trato que le proponemos, ambos nos quedamos con el dinero. Pero si lo rechaza, los dos perdemos. ¿Cuál sería el importe de media con el que la otra persona aceptaría el acuerdo? A priori, desde un punto de vista puramente racional, cualquier cifra valdría. La otra persona tendría más dinero que al comienzo del juego. Sin embargo, ya sabemos que no siempre actuamos con razonamientos lógicos y que nos movemos por impulsos bien distintos. El juego anterior se basa en el experimento que publicaron tres economistas en 1982 y que bautizaron como “negociación de ultimátum”. Cuando llevaron a cabo dicho ejercicio con diversos participantes descubrieron la cifra. De media, el desconocido acepta el acuerdo cuando al menos gana un 40% del dinero total. Por debajo del 20%, lo rechazaba directamente.

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