El compromiso de los consumidores con el amplio concepto que engloba el bienestar está creciendo como nunca. El reciente informe The State of Fashion: Beauty, elaborado por The Business of Fashion y la consultora McKinsey & Company, estima que la industria del wellness crecerá hasta un 10% de aquí a 2027. Es la culminación de una tendencia que viene agrandándose desde hace más de una década y que encontró en la crisis del coronavirus un último empujón. Hoy el autocuidado se ha posicionado como nueva prioridad. A la industria de la belleza se le demandan productos que cumplan ya no solo con las expectativas estéticas, sino también con la salud y el bienestar. Por ello probablemente en el top tres de los productos que aumentan en popularidad se encuentran los relacionados con la higiene del sueño (el 30% de los encuestados asegura usar regularmente artículos y servicios que lo mejoran), el bienestar sexual (el 20% de los consumidores utilizan objetos de esta categoría) y los suplementos, un segmento que comprende desde vitaminas a adaptativos, snacks o bebidas que aportan beneficios tanto sobre la apariencia externa como sobre el estado interno.
¿Belleza o ‘wellness’? La fina línea que separa a ambos sectores se difumina como estrategia de ventas
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